El año de los delfines, de Sarah Lark

El año de los delfines, de Sarah Lark

¿Te ha pasado alguna vez que has leído un libro y te ha gustado la idea de la historia, pero no ha llegado a maravillarte? Eso mismo me ha ocurrido con El año de los delfines, de Sarah Lark y quiero contarte por qué.

Creo que es interesante también aprender a averiguar por qué un libro, que nos gusta la premisa de la que parte, nos deja frías. Normalmente el problema está en la forma de narrarlo.

Desde que descubrí a Sarah Lark en el podcast de mi compi Beatriz Blumen, no dejaba de ver sus libros por todas partes. El colmo fue encontrarme El año de los delfines en el mostrador de la biblioteca cuando iba buscando otra novela, pero que, casualidades de la vida, no estaba disponible.

De dónde parte la novela

Esta novela de la autora alemana Sarah Lark, parte de una premisa en la que creo que muchas mujeres se pueden sentir identificadas. La protagonista, Laura, se quedó embarazada de su novio de siempre en el instituto. Se había criado en una familia conservadora por lo que la única opción con la que contaba era casarse y formar su propia familia.

A esa bebé se le sumó, un par de años después, otro niño. El sueño que siempre había tenido de ser bióloga marina quedaba relegado para ser exclusivamente madre y esposa.

Sin embargo, esa espina seguía latente y devoraba cualquier libro o artículo sobre delfines y ballenas. Incluso decidió sacarse el bachillerato por las noches cuando sus hijos eran más autónomos.

Ese sueño volvió a crecer hasta que se le presentó la oportunidad de poder marcharse un año a Nueva Zelanda a trabajar en una empresa de turismo en la que se realizaban avistamientos de estos mamíferos marinos.

Salvo su hija, ya casi adolescente, nadie la apoyaba. También vemos cómo su matrimonio no había hecho aguas antes porque ella se había ido adaptando a las circunstancias del momento.

Qué me ha gustado de El año de los delfines

Como ves, el punto de partida es muy fuerte. Una crisis a nivel familiar y personal. Creo que el potencial es brutal porque la carga emocional puede llegar a ser potente y conseguir la empatía de muchas lectoras.

Me gusta mucho esa idea de que nunca es tarde para acercarnos a nuestros sueños. Y, junto a otros personajes secundarios, comprobar cómo cada una entendemos la realización personal de una forma muy distinta.

Es una historia romántica, así que hay amor. Sin embargo, ese no ha sido otro de los puntos que me han maravillado de El año de los delfines.

Para mí, uno de los más interesantes es la invitación a reflexionar sobre el turismo verde. Tendemos a pensar que cuando algún producto o servicio lleva la etiqueta verde o ecológico ya es perfecto. No siempre es así y en El año de los delfines lo vemos bastante claro.

Por ejemplo, aunque las empresas de turismo fueran ideales, ¿qué pasa con la huella de carbono tan grande que se deja hasta llegar a Nueva Zelanda? ¿Realmente no afectan los avistamientos a los delfines y ballenas?

Sarah Lark nos va mostrando a lo largo de todo el libro distintos puntos de vista. Sin ver los distintos ángulos es imposible recrear una imagen que se acerque lo máximo a la realidad.

Entonces, si parte de premisas con tanto peso: el amor, la realización personal y la preservación del medio marítimo, ¿por qué me ha dejado helada?

Qué no me ha convencido de El año de los delfines

En mi opinión, uno de los grandes problemas con El año de los delfines es el narrador. Se trata de un narrador en tercera persona que no profundiza en las emociones y sentimientos de los personajes. De hecho, creo que por eso hay tantos adverbios terminados en mente, que matan bastante el ritmo.

Para este tipo de libros un narrador en primera persona funciona mejor. Permite mostrar de forma más íntima e intensa cómo se siente la protagonista, qué le hace moverse.

Tampoco me conquistó la psicología de los personajes. 

La premisa de la que se parte es fabulosa pero el desarrollo no me parece coherente.

«Al final los niños insistieron en bañarse en el mar pese a que ya empezaba a sentirse el frío del anochecer y Kathi hizo fotos para Tobias y Yannis. Se la veía tan bonita con su biquini… Laura se percató con cierta nostalgia de que su hija estaba mucho más desarrollada».

¿Solo sintió nostalgia? ¿Nada más? Llevaban meses sin verse y apenas hablaban por videollamada porque la conexión era malísima. ¿Cómo puede ser que durante la visita de sus hijos, siendo la primera vez lejos de ellos, no esté emocionalmente en una montaña rusa?

Este es uno de los tantos ejemplos que creo que te sacan de la historia al no poder empatizar.

Para mí gusto, le sobran algunos capítulos.

No quiero desvelarte detalles importantes, pero creo que bastantes capítulos del principio se pueden eliminar. En las novelas es importante que cada capítulo nos aporte valor al conjunto, nos desvele algún detalle o reacción que sea crucial para comprender la historia.

En este caso, creo que haber recortado ahí hubiera permitido profundizar en otros puntos con una carga de intriga y emoción más fuerte.

Aunque El año de los delfines no ha sido una novela romántica que me haya maravillado, estoy pensando en leer otra de esta autora. Quién sabe si solo ha sido esta la que no me ha hecho viajar.

Por si te apetece leer El año de los delfines, te dejo el enlace aquí.

También te dejo el enlace de la última reseña en el blog, Violet y Finch. Una novela juvenil romántica que todos los adultos deberíamos leer al tocar temas como las enfermedades mentales o el suicidio.

Te mando un abrazo lleno de amor y luz.

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