
«Y por fin llegó el día en el que las ganas de hacer las cosas que me apasionan se comieron al miedo».
Podría ser un gran final aunque en este caso es el mejor de los comienzos.
Empecé hace tres años superando al miedo a ponerme unas zapatillas cuando nadie me creía capaz y ahora lo hago de nuevo pero enfrentándome a uno más profundo: compartir todas las historias, reflexiones y aventuras que pasan por mi cabeza.
Muchos escritores sufren el miedo a la página en blanco. Estoy convencida que siempre hay una historia que contar y con la que dar vida a esa página. El problema llega cuando no nos creemos capaces ni suficientemente buenos.
Mi andadura con el quiero y no puedo.
Mi historia
Cuando era pequeña escribía a todas horas y no sentía ningún miedo hasta que se presentó el monstruo sin avisar. Uno de mis relatos resultó ser demasiado sangriento para mi profesora de lengua. Solo buscaba una forma de expresar todo el horror que sentía. La dureza de su crítica provocó que durante años rompiese las páginas de cualquier texto que compusieran mis manos.
Ahora no solo he decidido no eliminar esas historias, sino compartirlas.
Tengo claro que no serán del gusto de todos. El chocolate tampoco pone de acuerdo a todo el mundo. Sin embargo, siento que quizás alguien pueda tomar mis palabras como un punto de apoyo. Un agarre como el que yo necesité oír en aquella clase.
Simplemente esa es mi historia. Dar al mundo lo mejor de mí a través de la escritura y los libros.
Quizás no somos conscientes de la fuerza que ejercemos sobre el resto con nuestras palabras, las que decimos y las que callamos.
Cuando repetimos una y otra vez una misma frase, esta se acaba convirtiendo en realidad, aunque la realidad sea otra bien distinta. Una palabra puede soltar las alas o cortarlas de cuajo. Es difícil ser indiferente aunque no imposible.
Las palabras nos ayudan a expresar lo que sentimos, lo que pensamos, lo que somos, son parte nuestra carta de presentación.
Y las letras que forman las historias llenan mi vida, y espero que un poquito, parte de la tuya 🙂
Lo dicho, aquí comienza el viaje. Ponte cómoda y disfruta sin pensar en el destino.
¿Cuál es tu historia?
Gracias por dejarme besarte con letras.

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