El peligro de las apps para ligar

las apps para ligar
Las apps para ligar están cada vez más de moda, eso lo sabe hasta mi abuela aunque ni ella ni nadie las entienda. He tenido la suerte de encontrar a mi compañero de aventuras dentro de las apps más sofisticadas, el cara a cara.
La gente tiene cada vez menos tiempo o paciencia para encontrar a su medio limón, naranja o frutería entera. Se saltan un paso base, conocerse. La sociedad se ha convertido en recolectora de triunfos. Cuando lo verdaderamente rico era recolectar miel y no medio orgasmos.
No he utilizado nunca una de esas apps pero el funcionamiento lo he escuchado más de una vez caña en mano. ¿Quién no tiene una amiga con un perfil? No sé a ti, pero a mí me recuerda a los cromos. «Uf, otra vez repe».

Echo de menos el amor

Ver a la gente queriéndose de verdad y sin dobles intenciones. ¿Seré una romanticona anticuada? O por lo menos si ahora la gente no quiere amor y lo que busca es sexo, leches, que lo digan.
Cuántos cafés con mis chicas favoritas debatiendo lo que quieren decir las señales que el especimen manda. Por no decir de cuánto tiempo hay que esperar hasta que la chica favorita devuelve las señales.
De ahí ha surgido el relato de Maca y sus compañeras de piso. Tuvo una cita épica que pasará a la historia de cafés interminables en los que se arregla la situación amorosa de todo aquel que pida o no consejo.

Las chicas del 4ºB

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—Chicas, necesito que esta tarde me dejéis el piso libre —dijo Maca mientras colocaba la compra.
—¿Polvazo a la vista? —respondió Sara colándose en la cocina.
—De verdad, Sara, ¿puedes ser más bruta? Pues claro que si quiere el piso libre es porque va a hacer guarradas varias y no nos quiere de espectadoras. Y mira que le podíamos dar ánimos: «No pares, campeón, uuu eso sí que es ritmo».
Sara y Lucía no podían parar de reír imaginándose comiendo palomitas y gritando al susodicho. Maca las miraba con el rollo de papel en la mano. ¿Qué maldad he hecho en la otra vida para tener a estas dos por amigas?, pensó. Y antes de que el cosmos le devolviera la llamada les lanzó el papel uniéndose a la fiesta.
—Chicas, ya en serio, ¿me vais a dejar el piso libre?
—Pues, no sé, hoy justo van a echar una reposición del dragón australiano en pleno apareamiento y claro nos has jodido el plan.
—Maca, no nos mires así parece mentira que no conozcas a Sara, jajaja. Claro que te dejamos luz verde hacia el orgasmo, eso sí, con la condición de que empieces a desembuchar quién es el futuro empotrador.
Estuvieron toda la tarde parloteando sobre el chico de Tinder con el que llevaba Maca varios días chateando. Las risas y las miradas cómplices se repartieron a lo largo y ancho del salón. Maca estaba nerviosa, mucho. Era el primer rollo después de Javier. Se había bajado la app mágica que estaba tan de moda pero ella lo que estaba era realmente cagada.
—Buenos días, princesa, ¿qué tal el fornicamiento?
Maca levantó un segundo la vista y siguió desayunando.
—¿Qué eres ahora, devota del silencio? Empieza a largar o te vas a tragar Star Wars de principio a fin.
—Fue una película interesante.
—Star Wars ya lo sé, Dios salve a Lucas, pero yo te estoy hablando de tu polvo.
—¿Qué son esas voces? Así no hay quien duerma.
—Lucía, te presento a la muda de tu amiga.
—A ver, que no hay nada que contar porque no pasó nada.
—Wtf? Viene un tío a casa, ¿y no pasa nada? Picha floja.
—Yo qué sé, puse una peli para romper el hielo, estuvimos charlando, cenamos chino, las horas pasaron y él siguió tan modesto como al principio. Y os juro que la culpa no fue mía. Si me había puesto hasta el vaquero desgastado.
—Uh, ¿ese que te hace culazo? Ese chico tiene un problema.
—No os habéis parado a pensar que quizás le daba vergüenza o que busca otra cosa. Incluso, igual no tiene mucha experiencia.
—Vamos, lo que faltaba. Que se tuviera que poner ahora a dar clases cuando lo que ella necesita es un empotramiento con gemido múltiple y descuelgue de cabecero.
—Da igual, yo paso de quedar con nadie más por Tinder. Esto es un coñazo. No funciona ni a la vieja usanza ni así. 
—El problema no es el sistema. El problema es que toda la vida nos han vendido la moto de que son los tíos los que quieren y nosotras las que decimos que no, cuando la realidad es que las que de verdad queremos follar somos nosotras. ¿Sabes qué te digo? Que estas tres se van a meter un cervezote para celebrar la libertad follaril.
—¿Pero si no hemos desayunado todavía?
—Pues eso, a cogerlas con más alegría.
Gracias por dejarme besarte con letras.
Ponle un poco de humor al jueves y comparte esta pequeña aventura en tus redes sociales 🙂

Puedes conocer otros de mis relatos aquí. También me gusta reflexionar y hablar de libros 🙂

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