
Ama tu cuerpo porque es el mejor regalo que te han podido brindar.
Ámalo por encima de sus defectos. Esas imperfecciones que nos empeñamos en tapar son las que nos hacen diferentes y especiales. Únicos, extraordinariamente únicos.
Ama la forma de moverte, de correr, de saltar, de bailar hasta no poder más.
Ama cada centímetro de tu piel. Es la culpable de convertir una caricia en algo eterno, un beso en el mayor de los volcanes.
Ama tu cuerpo cada día, no lo maltrates ni lo descuides. Recuerda que solo tienes uno y te va a acompañar durante todo el viaje. Llega con él destrozado hasta el final pero de placer, no de dolor.
Ama tu propia belleza, sin comparaciones ni reproches. Ámala y siéntala, es tuya completamente tuya.
Ama tus manos, tus pies, tu corazón, ama tu cuerpo entero porque te va a permitir llegar hasta lugares insospechados, vivir experiencias sublimes y engendrar el mayor de los amores.
Simplemente ama, ámate mucho
Para saber amar a los demás primero tenemos que empezar por nosotros. Sacar toda esa energía que nos consume y abrir nuestra alma para que evolucione cada día un poquito más.
No caigamos en las garras de aquellos que solo te consideran apto si cumples los cánones establecidos. Sintamos más bien pena de quien necesita empobrecer al resto para sentirse grande.
Recuerda que serás quien tú quieras ser.
Gracias por dejarme besarte con letras.
Encuentra más relatos aquí.

Esta semana el relato se ha retrasado un poquito pero había un buen motivo: había que cerrar una etapa dolorosa por todo lo alto. A falta de confeti buenos son los vermús y los pinchos de La Tranca, ¡gloria bendita!
Es fundamental para continuar con otro capítulo cerrar doble de vuelta el anterior. Como ya os adelanté en este post, he dejado mi trabajo fijo después de un año y medio. He acab ...