
Las sábanas siguen oliendo a ti, me recuerdan que no fuiste un espejismo. Sabina necesitó 500 noches para olvidar y yo creo que son insuficientes para desprenderme del sabor de tus caricias.
Cada vez que escucho el sonido de unas llaves el estómago se me encoge pensando que volverás a abrir esa puerta que te vio marchar. La cerraste diciendo para siempre pero para siempre también me prometiste ...